ASI DICE EL ALTO Y SUBLIME

Yo soy el Dios tuyo,que te enseña provechosamente el camino que debes seguir...

jueves, 13 de marzo de 2014

¿Qué significa que los discípulos harían obras mayores que las de Cristo?

¿Qué significa que los discípulos harían obras mayores que las de Cristo?

En Juan 14:12 el Señor Jesucristo hace una declaración asombrosa, que lamentablemente ha sido motivo de muchas interpretaciones erróneas: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. Para comprender de qué está hablando Cristo aquí tenemos que leer estas palabras en su contexto.

El Señor ha dicho a Sus discípulos que está a punto de partir de este mundo (Juan 13:33; 14:1-3), lo que no sólo provoca inquietud y tristeza en los discípulos sino también interrogantes; sobre todo porque el Señor asevera que ellos sabían adónde Él iba y conocían el camino (vers. 4). “Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?” (vers. 5).

Es entonces cuando el Señor pronuncia las conocidas palabras del vers. 6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto”.

A la luz de esa declaración, Felipe pide al Señor: “muéstranos el Padre, y nos basta”. Jesús le responde: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (vers. 9-10).

Noten algo interesante aquí. Uno esperaría que el Señor dijera: “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí es el que habla estas palabras por medio de mí”.

Pero no es eso lo que dice. Lo que el Señor dice a Felipe es que Dios el Padre está haciendo Su obra en el mundo por medio de las palabras de Cristo: “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras”. Como bien señala el comentarista Hendriksen: “Siempre que Jesús habla, el Padre actúa por medio de sus palabras”.

Ahora bien, no olviden el contexto. El Padre ha estado obrando por medio de las palabras del Hijo, pero el Hijo ha dicho a Sus discípulos que retorna a la casa de Su Padre. ¿Qué va a suceder ahora con el plan de redención? ¿Es Su partida el punto final de la obra redentora de Dios en el mundo? ¡Por supuesto que no!

Es entonces cuando el Señor pronuncia las sorprendentes palabras del vers. 12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”.

¿Quiere decir esto que nosotros haremos milagros más extraordinarios que los que Él hizo? Pensemos, por ejemplo, en la resurrección de Lázaro; ese fue tal vez el milagro más sorprendente que Jesús llevó a cabo durante Su ministerio terrenal. ¿Y nosotros haremos milagros mayores? ¿Qué puede ser más extraordinario que resucitar a un muerto?

Lo que el Señor está diciendo a Sus discípulos es que Su partida no será en detrimento de Su obra redentora, porque por medio de esa misma Palabra con la que El obró ¡nosotros haremos obras mayores que las Suyas! Las obras mayores de las que Cristo habla es tomar individuos que están muertos en sus delitos y pecados y traerlos a la vida por medio de la proclamación del evangelio.

Comparen esta declaración del Señor en Juan 14 con Su propia declaración en Juan 5: “Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida… De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán” (Jn. 5:20-21, 24-25).

Darle vida a un muerto espiritual es más extraordinario que resucitar a un muerto físico. Y los discípulos tendrían la oportunidad de hacer obras mayores que las de Cristo mismo, en el sentido de que a través de la historia de la Iglesia, haciendo uso de la misma Palabra que Él usó, millones habrían de ser salvos.

¿Acaso no fue eso lo que ocurrió en el día de Pentecostés? El apóstol Pedro predicó la Palabra de Dios y en un solo día se convirtieron 3000 personas, muchísimas más conversiones de las que ocurrieron durante los tres años de ministerio de nuestro Señor Jesucristo. ¿Cómo fue que ocurrió algo tan extraordinario? Por medio de la predicación de la Palabra. Dios no ha prometido obrar por ningún otro medio.

Si queremos ver pecadores siendo salvados y creyentes siendo fortalecidos, debemos proclamar la Palabra de Dios (compare Rom. 10:17; Ef. 1:13; He. 4:12; Sant. 1:18; 1P. 1:23. Sin la Palabra de Dios no hay salvación ni crecimiento espiritual. Ella es la espada del Espíritu, dice Pablo en Ef. 6:17, el instrumento por medio del cual Él opera en la vida de las personas.

Lo que sucede es que esa obra del Espíritu por medio de la Palabra no siempre es perceptible para nosotros; por lo que muchos han decidido usar otros métodos que parecen más “efectivos” para tratar de alcanzar a los de afuera y mantener a los que están dentro.

No sustituyamos la metodología de Dios por la del hombre. Podemos hacer un montón de cosas más atractivas que predicar la Palabra, y es muy probable que atraigamos a muchas personas a nuestros cultos.

Pero no podremos traerlas a Jesucristo para que tengan vida. Los pecadores no serán salvados, ni los creyentes edificados, por ningún otro medio, sino a través de la proclamación de la Palabra de Dios (comp. 1Cor. 1:18, 21-25; Lc. 16:29-31).

La misma Palabra que Dios usó para crear el mundo, es la misma que usa hoy para salvar a los pecadores y conectarlos entre sí para la formación y fortalecimiento de las iglesias. No fue por casualidad que la Iglesia nació en Pentecostés después de la predicación de un sermón. Y tan pronto esas almas fueron salvadas ¿qué hicieron?

“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch. 2:41-42).

La dinámica de esta nueva comunidad giraba en torno a la enseñanza de los apóstoles. Ese era el factor principal. Que Dios nos ayude para que no nos dejemos seducir y terminemos cambiando el método de Dios por técnicas de mercadeo.

Es haciendo uso de la Palabra de Dios que veremos grandes obras en medio nuestro: Dios será glorificado, los perdidos serán salvados y los creyentes serán edificados y fortalecidos en Su fe únicamente por medio de la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.


© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

El falso maestro y apostata Kenneth Copeland,coqueteando con Roma


Bueno, por si no lo sabías, ya es oficial. El Papa Francisco y el predicador tejano del movimiento de la prosperidad ‘Palabra de Fe’ Kenneth Copeland han intercambiado unos vídeos muy cordiales bendiciéndose el uno al otro en la búsqueda de un nuevo entendimiento ecuménico entre el Catolicismo Romano y la Renovación Carismática.

Por mediación de su amigo mutuo - el obispo Tony Palmer – ambos hombres se han tomado la molestia de subrayar su aprecio el uno por el otro, centrándose en la necesidad de la unidad espiritual en la iglesia contemporánea.

La grabación de Francisco se centró en el gozo y la nostalgia que siente por sus “hermanos separados” del mundo carismático. Gozo, porque sabe que Dios está obrando entre ellos, y nostalgia porque anhela que las barreras que hay entre ellos sean superadas para que puedan abrazarse libremente entre sí y llorar juntos de amor de la misma manera que lo hicieron José y sus hermanos cuando se reencontraron en Egipto. Concluyó su breve reflexión pidiendo las oraciones de Copeland, diciendo: “Les pido que me bendigan y yo os bendigo. De hermano a hermano os abrazo”.

La iglesia de Copeland respondió con entusiasmo poniéndose en pie y aplaudiendo al ver el mensaje en una pantalla gigante. El ministro del movimiento ‘Palabra de Fe’ invitó a Tony Palmer a grabarle en su teléfono móvil agradeciéndole al Papa, desde lo más profundo de su corazón, por su conmovedor vídeo. Le aseguró a Francisco que, efectivamente, había orado por él y que él consideraba su bendición como muy importante. Su congregación clamó, "¡Bendito seas!" después de que Copeland dedicara a Francisco un pasaje de Efesios 4 sobre la unidad de la iglesia. Sus palabras finales fueron: “El cielo está regocijándose por esto [...] Cuando entramos en el ministerio, hace 47 años, esto era imposible”(refiriéndose, por supuesto, al diálogo Católico-Carismático).

Así que, todo esto nos lleva a la pregunta: ¿cómo reaccionamos como creyentes protestantes?

1-. Antes que nada, debemos estar agradecidos de que Copeland tenga muy poca influencia dentro de la corriente principal del mundo protestante. No hace falta decir que él es un héroe para millones dentro del movimiento ‘Palabra de Fe’, pero de ninguna manera es un portavoz de la fe evangélica. Fuera de los círculos de la Teología de la Prosperidad, Copeland ha sido constantemente criticado por los pensadores protestantes clave como un hereje, un falso profeta y un ministro de otro Evangelio. Copeland es quizás más conocido por su controvertida visión de que la voluntad de Dios para todos los creyentes es la salud y la riqueza. Estas bendiciones son asignadas a través del poder de la confesión positiva y la fe. Los creyentes nunca deben ser pobres o estar enfermos - razona Copeland – dado que son “pequeños dioses”. Probablemente no debería ser una sorpresa que alguien tan teológicamente desequilibrado como Copeland reciba con tanta alegría el beso amistoso del Vaticano.

2-. En segundo lugar, debemos preguntarnos: “¿Qué tiene el Papa Francisco en común con el ‘Evangelio de la Prosperidad’? ¿No es éste el mismo Jorge Mario Bergoglio, que eligió el nombre papal de 'Francisco' con el fin de identificarse con los pobres y los marginados? ¿No es este el mismo Papa que ha hablado tan favorablemente de la Teología de la Liberación y su “opción preferencial por los pobres”? De hecho, la semana pasada Francisco invitó a su principal proponente – el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez - para dar un discurso en Roma. ¿No es este el mismo Francisco que ha denunciado continuamente los peligrosos excesos del capitalismo y el materialismo que llena los bolsillos de unos pocos y deja a las masas en la pobreza extrema? (Baste pensar en su último libro  La   alegría del Evangelio ). ¿En qué está pensando el Papa Francisco? ¿Qué podría ser más materialista y capitalista que la teología distorsionada de Copeland que glorifica al dólar americano? Me pregunto: ¿Cuánto sabía Francisco realmente acerca del movimiento ‘Palabra de Fe’ antes de que enviara un saludo tan feliz a Copeland? ¿Con quién está de verdad, señor Bergoglio: con los pobres o con Copeland? No puede ser con los dos…

3-. En tercer lugar, en vez de centrarnos en los dos vídeos de teléfono móvil, debemos darnos cuenta de que la parte más peligrosa de la conferencia tuvo que ver con su ecuménico amigo común, el obispo Tony Palmer. Me quedé literalmente con la boca abierta cuando Palmer hizo una afirmación impresionante a la expectante congregación antes de la reproducción del vídeo de Francisco. Él proclamó con confianza: "La protesta de Lutero ha terminado. ¿Verdad? [...] Si no hay más protestas, ¿cómo puede haber una iglesia protestante?".

Ahora bien, esta es la parte del artículo donde las cosas se ponen un poco teológicas, por lo que por favor, presta mucha atención…

Para contextualizar un poco la declaración de Palmer, su afirmación de que la Reforma Protestante había terminado, proviene de la  Declaración conjunta luterano-católico romana sobre la doctrina de la justificación  en 1999 .  La sección 15 del documento dice: "Por tanto, la justificación significa que Cristo mismo es nuestra justicia, la cual compartimos a través del Espíritu Santo, de acuerdo con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: sólo por gracia, en la fe en la obra salvífica de Cristo y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo quien renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras".

Esta  Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación  – en la humilde opinión de Palmer – pone fin, de manera efectiva, a la Reforma Protestante. Después de todo, ¿no estaba toda la Reforma basada en el tema de la justificación? Como declaró Lutero: "Si este artículo de la justificación queda en pie, la iglesia permanece, si este artículo se derrumba, la iglesia se derrumba".

Creo que todos podemos estar de acuerdo con la  Declaración conjunta  como una representación correcta de lo que la Escritura enseña acerca de la doctrina de la justificación. Pero el obispo Palmer no está contando toda la historia (o, tal vez, simplemente, no ha leído a conciencia la última edición del  Catecismo Católico ). La sección 2020 del Catecismo  continúa ofreciendo una interpretación sacramental de la justificación según la cual, "la justificación ha sido puesta a nuestra cuenta por la Pasión de Cristo. Nos es concedida mediante el Bautismo". Esto no es así. La justificación es un acto libre de Dios dada por la fe (Romanos 5:1). La justificación no se da por medio del bautismo. Nos bautizamos porque hemos sido justificados por la fe, no para ser justificados. La gracia de Dios nunca está obligada por las ordenanzas. “El viento sopla de donde quiere” (Juan 3:8). Y como todos sabemos, viento ( pneuma )- en griego- es Espíritu.

Palmer también presenta una comprensión muy reduccionista del protestantismo. De ninguna manera puede ser simplificado para que signifique la “Iglesia Luterana”. El mundo protestante es infinitamente más grande que el Luteranismo. Y, en todo caso, me temo que si el hermano Lutero volviera a predicar en las iglesias luteranas modernas, lo más probable es que fuera lapidado hasta morir en un lapso de no más de quince minutos. No hay que olvidar que varias denominaciones luteranas del siglo XXI (en representación de cientos de millones de creyentes) tienen una visión cada vez más liberal/racionalista de la Escritura, pues ordenan a ministros abiertamente homosexuales y celebran los matrimonios del mismo sexo. ¿Está todo eso de acuerdo con el espíritu apasionado del reformador de Wüttenberg que sólo quería glorificar a Dios? ¿Cuánto de 'Lutero' hay realmente en el Luteranismo moderno de hoy en día?

Los comentarios del Obispo Palmer también fracasan hasta el grado de olvidar que la Reforma surgió debido a toda una serie de otros factores teológicos que convenientemente olvidó mencionar en la conferencia de Copeland. ¿De qué tipo de cosas estoy hablando?

* Mariología. Una excesiva devoción a la madre de Cristo. El catolicismo cree que ella nació sin pecado y ascendió al cielo como lo hizo Cristo, de todo lo cual la Biblia no dice nada.

* La idolatría/superstición. Roma enseña a sus seguidores a venerar imágenes, estatuas y representaciones, así como orar a los santos muertos. Esto es idolatría.

* La sucesión apostólica. La idea de que los obispos de hoy en día, los cardenales y el Papa pueden rastrear su linaje directamente hasta los apóstoles originales de Cristo y, por lo tanto, siempre están correctos en su doctrina. La autoridad de la Iglesia Católica, por lo tanto, tiene razón al interpretar la Biblia. Roma es el verdadero maestro, no la obra iluminadora del Espíritu de Dios, lo cual en sí mismo es una herejía.

* La infalibilidad papal. La creencia de que el Papa no puede errar cuando habla "ex cátedra" (aunque sigue siendo un ser humano normal y falible).

* La división clero/laicos. No existe el concepto del sacerdocio universal de todos los creyentes enseñado claramente en las Escrituras (1 Peter 2:9) sino que los sacerdotes son especialmente ungidos y se consideran más santos que el santo común y corriente de a pie.

* La transubstanciación. La idea de que el pan y el vino en la Eucaristía se convierten literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo una vez que el sacerdote invoca al Señor en oración. Cuando Cristo dijo: “Esto es mi cuerpo” su cuerpo literal no estaba en la cesta de pan (Lucas 22:19). Estaba hablando simbólicamente.

* Los libros apócrifos. La creencia de que los libros deuterocanónicos (incluidos en la Biblia Católica) tienen una autoridad vinculante dentro de la iglesia de Cristo.

* Purgatorio. Un lugar post-mortem imaginario (que no es ni el cielo ni el infierno), donde la gente se purifican antes de ir a la gloria. ¿Te acuerdas del verano pasado cuando el Papa Francisco ofreció menos tiempo de purgatorio a cualquiera que le siguiera por  Twitter  durante el Jornada Mundial de la Juventud Católica en Rio de Janeiro?

* Siete sacramentos. En lugar de creer que sólo el Bautismo y la Cena del Señor son las ordenanzas ordenadas por Cristo, el catolicismo romano enseña que la confirmación, la penitencia, la unción de los enfermos, la orden sacerdotal y el matrimonio, también son sacramentos. Su idea es que los sacramentos garantizan la gracia de Dios. La Biblia, sin embargo, no está de acuerdo con eso. Un incrédulo bautizado sólo se moja, no queda perdonado.

* Los pecados mortales y veniales. Una división de pecados en diferentes categorías de maldad. Los mortales son graves; los pecados veniales no son tan malos.

* Eliminación del segundo mandamiento. El  Catecismo Católico  no hace mención del segundo mandamiento, optando por dividir el décimo mandamiento: "No codiciarás" en dos partes. El segundo mandamiento de la Biblia es: “No te harás imagen” (Éxodo 20:3), etc. ¿Me pregunto por qué no lo habrán puesto?

Así, Tony Palmer no debería vender la piel del oso antes de cazarlo. ¡No tan rápido, obispo Palmer, no tan rápido!

No nos engañemos a nosotros mismos…

CONCLUSIÓN
Como siempre, los evangélicos sostenemos celosamente que la Biblia es la única autoridad dada por Dios en la tierra. Una vez que la sana doctrina de la Escritura es eliminada, entonces, la puerta se abre para tales alianzas no santas entre el catolicismo romano y Teología de la Prosperidad.

Ahora, no me malinterpreten, yo estoy a favor de la unidad. Pero la unidad en los términos de Cristo. No olvidemos las palabras proféticas de Amós: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3).

Para terminar, aquí hay algunos consejos de nuestros fieles antepasados protestantes:

“La comunión de la Iglesia no fue instituida para ser una cadena que nos ate a la idolatría, la impiedad, la ignorancia de Dios, y otros tipos de males, sino más bien para mantenernos en el temor de Dios y en la obediencia a la verdad” (Juan Calvino, 1509-1564).

“Roma pretende la unidad, ya que todos los católicos están unidos bajo una sola cabeza, el Papa. Esta es la unidad que Roma cree que es la única unidad necesaria de todos los cristianos. Pero la unidad del Evangelio es la unidad en Cristo y la sumisión a su gobierno”. (John Owen, 1616-1683).

“Romanismo en su perfección es un gigantesco sistema de adoración a la Iglesia, adoración a los Sacramentos, adoración a María, adoración a los santos, adoración a las imágenes, adoración a las reliquias y adoración a los sacerdotes, que es, en definitiva, una gran idolatría organizada” (J.C. Ryle, 1816-1900).

“Unidad en el error es unidad en la perdición”. (Charles Spurgeon, 1834-1892).

 (Traducido por Julian Esquinas)