ASI DICE EL ALTO Y SUBLIME

Yo soy el Dios tuyo,que te enseña provechosamente el camino que debes seguir...

martes, 15 de enero de 2013

POR SUS FRUTOS SE CONOCERÁN

Jesús nos dijo “Así que por sus frutos los conocerán.” El Señor hablaba de cómo podrían reconocerse a los verdaderos discípulos y también a los falsos discípulos. En los temas anteriores vimos cómo los verdaderos creyentes comienzan a serlo con un verdadero arrepentimiento, un giro de 180 grados en forma de vivir. Como dijo el Apóstol Pablo, “las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas.” La fe salvadora produce inevitablemente frutos de la nueva naturaleza. Vamos a estudiar el pasaje de Mateo 7:13-20 en detalle.
“Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición (destrucción), y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mat 7:13-14)
Aquí vemos dos antítesis: Una puerta angosta y una puerta ancha; y un camino angosto y un camino ancho. Ambas son metáforas que nos hablan del caminar de las personas. El camino ancho es muy fácil de caminar… uno se puede decir a si mismo: el camino ancho no es tan malo, todo el mundo anda por él, todos hacen lo mismo. Hay personas que, aunque van a la iglesia, o incluso usan el púlpito, van por el camino ancho. Mientras, quienes van por el camino angosto encuentran que éste se vuelve cada día más angosto.
Tus hechos hablan tan fuerte, que no se escucha lo que dices.
Como dice el refrán: “Tus hechos hablan tan fuerte, que no se escucha lo que dices.”
“Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. (Mat 7:15)
Jesús habla aquí sobre la existencia de ministros falsos. ¡Hay lobos entre las ovejas! Cuidémonos de ellos.
“Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? (Mat 7:16)
Las evidencias externas hablan de la experiencia interna.
“Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. “Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. (Mat 7:17-18)
El buen árbol es una forma metafórica de referirse al genuino Cristiano. El árbol malo es una metáfora del que dice ser Cristiano, pero no lo es. ¿Y cuáles serán los frutos malos y los frutos buenos? Pablo lo explica claramente en su carta a los Gálatas:
Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. (Gal 5:19-23)
Notemos cómo todos los árboles dan fruto. Según Jesús en la Parábola del Sembrador, hay algunos que rinden fruto en diferentes cantidades: 30, 60 o hasta 100 veces. Esto nos habla de que algunos Cristianos van a dar más frutos que otros.
El original para la palabra “dar” es el griego “poiéo” que significa hacer cosas, practicar. Esto nos habla de que no se trata de un “fruto invisible”, sino uno que consiste en cosas visibles, tangibles. El nacido de nuevo no puede practicar el pecado (más sobre eso abajo). El árbol malo, el falso Cristiano, puede simular el fruto del bueno, pero su fruto no es genuino. Allí es donde se cumple lo que dijo Juan: “salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros” (1Jn 2:19). ¿Habrá pastores o ministros que no han nacido de nuevo? ¡Claro que sí!
“Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. “Así que, por sus frutos los conocerán. “No todo el que Me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. (Mat 7:19-21)
Esto es serio, porque de esto depende tu eternidad. La santificación es el fruto que se espera de nosotros (Rom 6:22).
Los que profesan ser y no son.
“Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?’ “Entonces les declararé: ‘Jamás los conocí; APARTENSE DE MI, LOS QUE PRACTICAN LA INIQUIDAD.’ (Mat 7:22-23)
Profetizamos: Aquí el Señor se refiere claramente a los que profesan ser Cristianos, pero no lo son. La palabra que se usó para “profetizamos” no es la que se usa para hablar del don de profecía, sino que significa aquí “hablar el mensaje de Dios.” Es decir, hay quienes desde un púlpito hablan las palabras de Dios, pero no las viven.
Demonios: Aquí dice que los falsos maestros aún expulsan demonios, pero que no conocen a Jesús. Dejemos claro que los demonios son expulsados por el poder del nombre de Jesús, pero expulsarlos no es evidencia de la santificación del que ora. Aún Judas expulsó demonios (cuando fueron enviados de dos en dos), pero es claro que nunca fue un verdadero discípulo de Cristo.
Milagros: Por último Jesús afirma que algunos aún hicieron milagros, pero no conocieron a Jesús. ¿Un milagro garantiza que el sanado y el que oró son Cristianos? ¡No! Algunas personas son engañadas porque piensan que un milagro o un prodigio pueden avalar a los involucrados, pero no es así.
Policías y Médicos Falsos
Para entenderlo mejor pensemos en el siguiente ejemplo: cualquier persona sin entrenamiento, preparación o autorización puede hacerse pasar por policía, o por médico, y ejercer el oficio falsificando un uniforme o una credencial. Muchos pueden ser engañados, otros pueden haber recibido un beneficio de ellos, algunos más pueden incluso haber sido curados, pero los falsos no dejan de serlo por ello. Aquí Jesús les dice “nunca los conocí”, al igual que el falso no podría entrar en el cuartel de policías. 2 Tim 2:19 dice que “El Señor conoce a los que son Suyos“.