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viernes, 29 de julio de 2011

El Psicoanálisis parte de una imagen equivocada del ser humano

El Psicoanálisis parte de una imagen equivocada del ser humano
Dice del Dr. Werner Traub, especialista en psiquiatría, psicoterapia, psiquiatría forense, medicina del medio ambiente y docente en el instituto para terapia del comportamiento en el norte de Alemania. Él es un cristiano que cree en Jesucristo. Mientras nuestro colaborador Norbert Lieth servía en la iglesia local donde se congregaba dicho médico, disfrutó de la hospitalidad del mismo, presentándose así la oportunidad para la siguiente entrevista:



- ¿Cómo ve Usted como cristiano convertido la sicología moderna por un lado (el estudio de la sicología) y la psicoterapia por el otro lado?



- El estudio de la sicología es casi exclusivamente de orden teórico. Los estudiantes acumulan para sí un gran conocimiento sobre lo que seres humanos han dicho, y qué esfuerzos han realizado para investigar sobre como son los seres humanos y como se los podría hacer cambiar. Sobre eso los estudiantes tienen que leer innumerables libros. Si bien ellos aprueban las prácticas determinadas por el plan de estudios, en definitiva es un estudio totalmente teórico. Todos aquellos que logran salvar los exámenes finales llegan a ser sicólogos diplomados. En la sicología existen muchas ramas diferentes a las que uno se puede dedicar. Cada una de ellas exige un estudio adicional. Una rama es la sicología clínica, en la cual uno puede hacerse educar como psicoterapeuta, lo que ocurre especialmente en nuestro instituto. La formación como psicoterapeuta incluye, además de la adquisición de conocimientos, la puesta en práctica , para lo cual los estudiantes en nuestro instituto - al cual recurren muchos pacientes -, tienen amplias oportunidades.



- Desde su punto de vista actual, ¿qué piensa Usted de las enseñanzas y los sistemas que desarrollaron Freud y Jung?



- Las enseñanzas de Freud o de Jung van en la dirección de la sicología profunda o analítica de la psicoterapia. Ellos parten de que el ser humano en el fondo es bueno, y que solamente a través de malas experiencias infantiles de vez en cuando pueda ser llevado en la dirección equivocada. A través de una estructuración determinada de la relación con el especialista analítico o el psicólogo se trata de remediar tales deficiencias que se habrían formado en la niñez. Eso, sin embargo, es una mera teoría de la imagen del ser humano y de las cosas que han salido mal y que ahora se quiere arreglar, lo cual, sin embargo, no funciona.



En comparación con la imagen cristiana del ser humano, de todos modos, la suposición de Freud o de Jung que el ser humano sería esencialmente bueno, está totalmente desviada. Después de todo, nos conocemos a nosotros mismos y sabemos que el ser humano es pecador, lo que el Apóstol Pablo expresa con las siguientes palabras: "Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien" (Ro 7:18).

Cuando una persona síquicamente enferma consulta con un psicoanalítico, por regla generalmente se acuesta una a tres veces por semana durante años, por una hora cada vez, en la cómoda reposera que allí espera a todos los pacientes. Luego allí, a través de las preguntas del psicoanalítico y las respuestas de la persona en cuestión llega a haber un intenso "intercambio de ideas". Pero de verdadera sanidad no se puede hablar. De todos modos, con los métodos científicos acostumbrados nunca se ha demostrado que esas "sesiones" hubieran tenido un éxito rotundo, aun cuando los analíticos realmente se esfuercen para hacer olvidar los malos recuerdos de la niñez y para crear cambios buenos. ¿Por qué es eso? Porque esa "ayuda" psicoanalítica parte de una imagen equivocada del ser humano: "El ser humano es bueno." Dios, sin embargo, dice: "El ser humano es pecador. En el mundo entero no existe uno solo que fuera justo." Pablo reconocía su total corrupción y notó verazmente: "…porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo" (Ro 7:18).



- Si no es en la sicología profunda de Freud y otros, ¿dónde se puede encontrar verdadera ayuda? ¿Qué es lo que lleva a una sanidad integral, después de todo?



- La mayoría de las personas que hacen uso de ayuda sicoanalítica, sufren de descontento y desamparo interiores y de temor del futuro, etc. Solamente una pequeña parte de ellos está realmente enfermo síquicamente. Más allá de los 40 años de edad muchos se dicen a sí mismos: "Hasta ahora solamente he trabajado toda la vida, he ganado dinero y en parte lo he ahorrado. He adquirido esto y aquello, pude salir de vacaciones cada año - ¿pero a qué me enfrento ahora?" A eso no encuentran respuesta. Ellos leen algunas cosas en revistas, miran experiencias de vida en la televisión, pero aun así no encuentran respuestas con respecto a su futuro personal. Y así comienzan a cavilar.

Cuando los hombres casados llegan a la "midlife-crisis" (crisis de la mitad de la vida), unos cuantos de ellos llegan a pensar: "Mi vida con mi esposa al principio fue variada y linda. Ahora es todos los días lo mismo; cada vez más monótona. Si no tuviera que cargar con esta mujer… ¿No debería mejor buscarme otra? Quizás así todavía habría una "primavera" para mí." Si ese deseo es puesto en práctica, se producen dificultades y problemas inesperados, de los que no solamente sufren los matrimonios separados o divorciados, sino más que nada los hijos. Pero por supuesto que el sentir aburrimiento y monotonía no solamente existe en los esposos, sino también en muchas esposas. Algunas de ellas piensan en una nueva relación, ¿cómo sería si...? Si luego salen de su entorno acostumbrado y ponen punto final a su vida acostumbrada, también ahí comienzan a haber las más diferentes crisis. Ya sea los esposos o las esposas quienes prueban con las así llamadas escapadas matrimoniales, dejando sus ocupaciones, y tratando de levantar su propio negocio, de ser sus propios jefes, o si incluso prueban su suerte en otro país, cercano o lejano - ya no pueden salir del circuito de la cavilación y de la preocupación por el futuro. Así su estado de ánimo decae grandemente. Levantarse en la mañana les aterroriza, e igualmente irse a la cama en la noche, y todo lo que está entremedio ya tampoco sirve para mucho. Esas personas que mayormente están irritados, malhumorados y descontentos propagan una atmósfera desagradable. De ese modo ellos pierden aun los últimos contactos sociales, se preguntan por qué todo ha salido así, y se deprimen cada vez más.

Con esa mochila llena de preocupaciones y de sentirse no-comprendidos, ellos entonces consultan a un psicoterapeuta y esperan de él que los vuelva a recomponer. Como algunos de los psicoterapeutas también se encuentran en una situación igual o parecida, en el mejor de los casos les pueden decir a sus pacientes que les pasa lo mismo, pero no son capaces de darles una verdadera ayuda.

Muchos de los psicoterapeutas, si tienen su propio consultorio, trabajan doce a catorce horas diarias. Después de eso están rendidos de cansancio y generalmente insatisfechos. Como siempre tratan con personas que ya no saben qué hacer, y ellos mismos luchan con sus propios problemas, es fácil darse cuenta que quien no tiene esperanza no puede ofrecerle una renovada y prometedora perspectiva al otro que también está sin esperanza alguna.

Muchos, después de no ver éxito con la investigación de la niñez, prueban con la "terapia cognitiva de la conducta", en la cual el psicoterapeuta invita al paciente a cambiar su manera de pensar. Eso puede ser algo así: "Si a Usted, para sentirse satisfecho, no le alcanza irse dos veces al año de vacaciones, tener una abultada cuenta bancaria y un BMW, entonces comience a pensar así: ‘Es fantástico que yo pueda darme ese lujo.’ Seguramente se sentirá mejor después de eso." El paciente, entonces, prueba cambiar su valoración de ciertas situaciones por medio de algunas técnicas ("pensamientos positivos"), pero el éxito de ese método generalmente no es de mucha duración. La realidad del envejecimiento en combinación con desesperanza y descontento, independientes de la situación material del afectado, siempre gana no importando los lindos pensamientos a los cuales se dedique el paciente. Aun cuando esa manera de cambiar la forma de pensar, en definitiva, muestre poco éxito, y una y otra vez se vuelva a necesitar terapia, en cuanto el primer "comunicado de éxito" suene algo así como: "¡Qué bueno que hayamos hablado sobre eso!", el boom de ese preciso método de psicoterapia quedará establecido. ¿De dónde procede eso? En el tiempo actual de falta de relacionamiento para la mayoría de las personas solitarias, es como bálsamo, si alguna vez logran que alguien los escuche pacientemente y se ocupe de sus sufrimientos, pensando por ellos. Lo importante es, que el paciente por el momento haya recibido ayuda.

Si no se trata de asuntos fundamentales de sentido de vida y de esperanza, sino de una dolencia siquiátrica concreta y grave, sin embargo, la terapia de conducta juntamente con la administración de los medicamentos correspondientes es de gran ayuda. Recordemos tan solamente la terapia de perturbaciones alimenticias, las cuales sin tratamiento llevan a la muerte, o el tratamiento de enfermedades crónicas de temor y obsesión, que entorpecen las vidas de los afectados en forma catastrófica. Aquí es válido, al igual que en el caso del cirujano, que Dios también puede actuar a través del terapeuta conductual, especialmente cuando ambos, paciente y terapeuta, son cristianos nacidos de nuevo que buscan la ayuda de Dios para el tratamiento.

No obstante, si se trata en primer lugar del sentido de la vida, de la búsqueda de esperanza, del temor del envejecimiento y de la muerte, del descontento con la situación financiera, en ese caso la psicoterapia de cualquier índole no puede ser sino una seudo-ayuda.

Ahora vayamos a la verdadera ayuda: Cuando un ser humano tiene todo, pero nota con sentimientos deprimidos que en realidad no tiene nada; o cuando alguien pierde su lugar de trabajo "seguro"; cuando muere el cónyuge amado o se separa de él; cuando él /ella queda en bancarrota, casa y terreno son inundados por el agua o quedan enterrados bajo masas de tierra, y el afectado piensa que ahora todo ha terminado, ¡entonces todavía queda una salida! Verdadera ayuda la encontramos en Aquel para quien - aun en las situaciones más adversas - todo es posible: Jesucristo, el Hijo del Dios viviente. A Él podemos entregarle todo, todas nuestras fallas, todos nuestros problemas, sí, y también todo en lo que hemos hecho mal por decisiones erradas y por culpa propia; al igual que todos nuestros pecados, es decir, todo, lo que ha pasado de largo de la voluntad de Dios. Quien se apresura a ir a Jesucristo, quien por nosotros fue crucificado y resucitado; invoca Su nombre, derrama su corazón y sus pecados delante de Él y no trata de esconderle nada, tal persona experimenta que Él puede hacer algo nuevo de la nada. Él es el único que realmente nos comprende, es más, Él sabe como estamos, aun antes que siquiera abramos la boca. Perdón de todos nuestros pecados hay solamente en Él, el Hijo de Dios, quien con Su vida sin pecado pagó por nosotros en forma vicaria. No tiene valor alguno querer alcanzar todo en esta tierra, si al hacerlo uno tiene que enfrentarse a una eternidad sin Dios: "…¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mt 16:26-27). Jesucristo, Quien es el Único que a través del derramamiento de Su sangre en la cruz pagó el rescate por nuestras almas, a Él debemos y podemos decirle todo. A Él le gusta concedernos el perdón de todos los pecados que le hemos confesado y obsequiarnos la vida eterna. Porque Él no se quedó en la cruz o en la tumba, sino que resucitó de la muerte y vive de eternidad en eternidad. Quien le ha entregado a Él su vida por la fe, un día vivirá eternamente en Su gloria. Una canción de fe dice: "¡Eso será gloria, cuando libre de sufrimiento, vea Su rostro!".

- Sí, ¡eso lo puedo afirmar! Pero ahora tengo otra pregunta: El así llamado síndrome de burnout del cual se escucha tanto hoy en día, ¿irá también en la dirección de la insatisfacción, o se trata en ese caso de una enfermedad a ser tomada en serio?



- El síndrome del burnout no es una enfermedad, sino que resulta de un esfuerzo excesivo de parte de la persona afectada por el mismo. Paralelamente a eso muchas veces también es expresión de descontento. Uno ha hecho todo y muchas veces no ha cosechado ni siquiera el agradecimiento de las personas, y ahora uno se siente liquidado y vacío.



- ¿Cuáles son las dolencias síquicas que han aumentado en nuestro tiempo?



- Primeramente todas aquellas dolencias que tienen que ver con el temor. Especialmente la perturbación generalizada de angustia ha aumentado drásticamente. Quien sufre de esa dolencia, se levanta en la mañana y se preocupa de cómo transcurrirá el día, de cómo pasará las horas y los minutos del día. O la persona se pone a pensar en lo que sucedería, si ni siquiera se levantara, sino que simplemente se quedaría acostada. Para decirlo con brevedad: Uno se preocupa y se angustia por todo. Esa perturbación generalizada de angustia a menudo se desarrolla desde otras dolencias previas.

Lo segundo que registra una tendencia alcista impetuosa es la distimia, es decir la insatisfacción de las personas. En los años del 1950 al 1960 ese diagnóstico ni siquiera existía todavía, o no era conocido como tal. Quizás en aquel tiempo se hablaría de depresión neurótica, refiriéndose con eso, sin embargo, a un estado diferente al de la distimia, aun cuando la misma en los sistemas internacionales de clasificación de diagnósticos haya surgido de allí. La insatisfacción de las personas ha aumentado con el aumento del bienestar material, especialmente en el hemisferio occidental. El bienestar no hace más feliz, sino mayormente más insatisfechos y en consecuencia más infelices.

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